viernes, 18 de diciembre de 2009

Por un Aumento de Horas Libres

Sé que era lunes, pero lo que no recuerdo es si fue entre la mufa de las 3 de la tarde, o durante el aburrimiento fiel de las 5, cuando el reloj parece no pasar en mi escritorio. Hora exacta en que mi cabeza comienza a encontrarme en una playa, en una pileta, o en algunos de esos típicos lugares donde la mente se empecina a llevarte, olvidándose la muy guacha que donde verdaderamente estás, es en tu oficina , haciendo lo mismo que ayer, y lo que te verás haciendo la semana siguiente. Nunca les pasó? Bueno, a mi me está sucediendo muy a menudo.

El día que me acompañaba vestía encima un sol radiante, ¿viste ese que te rompe las bolas sobre el monitor? Bueno sí, Eeeeeeeese!!!!. Y ahí fue cuando dije para mis adentros (creo..) “Na.. No puede ser, con este día ¿y yo acá metida??“. Y si por casualidad, se me ocurriera hacer algo al finalizar mi horario laboral, ¿podría decirle a ese sol: “che, te copás y te hacés unas horitas extras hasta las 10?”

Sí, uno tiene que trabajar, pese a que no nos guste. Pero me fue inevitable hacerme la siguiente pregunta: El tiempo que ocupamos desenvolviendo ésta labor, es directamente proporcional al tiempo del placer que dice brindarnos si lo hacemos?
A ver, calculemos..

Sin contar las 8 horas raja tablas que uno se encuentra inmerso en esa prisión, están las horas que te lleva trasladarse hacia ese recinto, variando no sólo ahora en la distancia, sino que actualmente tenés que agregar a la ecuación, los paros, piquetes, y demoras que los mismos conllevan. O sea que, si normalmente de tu casa al trabajo, tenés 40 minutos de viaje, hoy en día tenés que calcular 20 minutos más, porque o los subtes no funcionan, o el tren está con retraso, los colectivos no te paran, y si tenés auto, puteás también por la congestión del tránsito consecuente. Ah y después tenés que volver eh, así que son otros 60 minutitos más..

En consecuencia hasta aquí, llevamos diez horitas diarias. Y soy buena eh, porque no estoy calculando aquél tiempo de desayunar, bañarte, prepararte y vestirte para ir a trabajar, ni tampoco aquél tiempo de llegar, tirar las cosas, comerte algo, ir a pillar, y lograr (si podés) realmente desconectarte.

O sea que, prácticamente, cuánto margen de día nos queda para disfrutar lo que el trabajo nos provee? 3 horas? 4, si te querés hacer el loco? Y si fuera así, hay un plus, y es el cansancio mental que te genera pensar que al otro día, tenés otras 10 horitas nuevas que te están esperando para carcomerte poco a poco el cerebro, el humor, la paciencia, la energía, y por sobre todas las cosas, las ganas.. las ganas de hacer algo placentero con las 2 horas de resto que te dejan, generando así que lo primero que se te ocurre en ese momento para hacer, es dormir!!!

Es solo una reflexión, pero la vida es linda eh, a no desanimar! Todo puede cambiar…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

TO TAL MEN TE!
Tanto tiempo "invertido" en ir al laburo y volver! q pérdida de tiempo!! cuando será el día en que se instaure el laburar desde casa...y solo ir al laburo cuando realmente lo amerita!
Igual, como decias en el post anterior, yo encontré mi momento del día yendo a laburar...con la radio y el sol...camino 25 o 30 cuadras...y me ahorro el tema del transito, piketes, etc...

Besos mamuni!!
GIFO

A. M. dijo...

De ahí el interés de tener un laburo que te guste, para que ese tiempo no sea una tortura, sino parte del placer.
Ya sé, hoy en día, es un lujo. Y estudiar X años tampoco te garantiza nada.
Pero cuando lo conseguís, no lo querés perder por nada en el mundo, por más que no te dé toda la guita que te gustaría tener!